Desde
la masacre de los seis niños en Pueblo Rico, Antioquia, presuntamente
por tropas de contraguerrilla del Ejército, se han pronunciado en
unísono rechazo varias organizaciones, privadas y gubernamentales,
entre las cuales destacan la ONU, el Departamento de Estado, las
ONG Amnistía Internacional y Human Rights Watch y la prensa mundial.
La
crítica más férrea vino a través del editorial del sábado del New
York Times. En el, se refería al Plan Colombia, con relación a la
masacre, diciendo “Son buenas y peligrosas intensiones. Estados
Unidos estará financiando, entrenando y apoyando unas fuerzas armadas
con un historial de asesinatos a civiles, apoyo a grupos paramilitares
de extrema derecha y desafío a un bien intencionado, pero débil,
gobierno civil”.
Por
su parte, el delegado de la Oficina de la Alta Comisionada de la
ONU para los Derechos Humanos pidió la "verdad con todas sus consecuencias"
y dijo creer firmemente que la “primera verdad” debe ser “como las
propias madres y padres nos la dicen”.
José
Miguel Vivanco, director de la División Américas de Human Rights
Watch, dijo sobre que la muerte de los niños “va al corazón de la
materia, es decir, el abuso por parte de las fuerzas armadas, incluyendo
ataques a la población civil”.
El
Departamento de Estado, a través de su vocero Philip Reeker, se
refirió al suceso diciendo, “Es una tragedia. Fue algo terrible
lo que pasó, y definitivamente lo condenamos. Simplemente no puedo
hace observaciones más profundas sobre lo que pasó”.
Will
Weissert, del Associated Press, se refirió a la masacre diciendo
que “solo hace unos días, el Ejército colombiano estaba viviendo
las alabanzas después que soldados recataron a varios secuestrados
de la guerrilla. Ahora, el Ejército está tratando de explicar la
muerte de seis niños supuestamente asesinados por sus tropas”.
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