"El hombre que ha cometido un error y no lo acepta
comete otro error mayor
"
-Confucio

 
 
 
 
Testigos acusan al Ejército.

No es que Hernando Arboleda quisiera menos a su hijo Alejandro, de 10 años, pero cuando se dio cuenta de que Andrea, su otra hija, de 8, seguía con vida, el campesino dejó de hacerle mimos al cadáver del niño para conversarle a la pequeña que se estaba desangrando. 

Ella iba con su hermanito en el primer grupo de niños de la Escuela La Pica en el momento del tiroteo. "Perdió mucha sangre y los soldados no hacían nada para salvarle la vida", denunció el campesino al recordar con sus ojos llorosos esos primeros momentos que siguieron a lo que los pobladores llaman un "ataque directo de los militares", pero que el Ejército asegura "es el triste resultado de una confrontación con grupos guerrilleros". 

Allí, sobre la vía veredal, don Hernando se encontró arrullando con desconsuelo los cuerpos sin vida de sus dos hijos. Alejandro murió en sus brazos. Cuando levantó la mirada dice que se dio cuenta de que algunos soldados también lloraban y los escuchó lamentarse y repetir "matamos fue puros niños, mirá que eran niños". En ese trayecto entre la escuela y el sitio donde ocurrieron los hechos, finca La Tolda, quedaron muertos otros dos niños, dos más murieron en el hospital de la población.  

El concejal de Pueblo Rico, Hernando Higuita, quien presenció la muerte de los seis chiquillos, dijo igualmente que vio llorar a dos soldados y los escuchó decir que habían cometido un error.  

El concejal dijo que desde un primer momento siempre supo que era un solo grupo el que disparaba contra los niños, porque "todas las balas apuntaban hacia donde estábamos nosotros y nunca vimos o escuchamos que alguien les contestara del otro lado. Como le digo, todos llegaban del mismo sitio". 

Claudia, una de las pequeñas que resultó ilesa, relató que ella iba llevando con sus primos una olla grande con carne y con plátano. "Mi hermanito fue el primero que se murió. Él se estaba tomando un jugo y le dieron un tiro en el corazón. Todos salimos corriendo y yo me tiré al suelo y esperé hasta que se acabó la balacera. Todos los que nos disparaban eran soldados. Yo le dije a uno de ellos que me ayudara, que me iban a matar. Me dijeron que me tranquilizara y no me dejaron ver a los compañeros. Un soldado se puso a llorar porque habían matado niños inocentes".  

Higuita, quien desde un principio acusó al Ejército de haber disparado directamente contra el grupo de niños que salió a pasear, permaneció en la tarde de ayer sosteniendo sus versiones ante funcionarios de la Procuraduría. Señaló que había recibido amenazas y pidió protección de las autoridades. 

El Comandante de la Cuarta Brigada, general Eduardo Herrera Verbel, precisó que al frente de los niños iba un grupo de insurgentes que desde unos 40 ó 50 metros disparó contra la tropa y los pequeños quedaron atrapados en el fuego cruzado. 

El oficial agregó que sus hombres estaban en La Tolda haciendo un cierre de la zona luego de los combates sostenidos en la madrugada contra el Eln en el sitio El borrachero, de Jericó, donde murieron dos guerrilleros y otro más quedó herido.  

El sitio es un lugar despejado. "No pueden decir en el Ejército que era una zona boscosa, eso es un potrero", dijo Luz Miriam Marín, madre de Nelson y Adriana, quienes salieron ilesos. 

Ayer, 22 niños de la vereda seguían el cortejo de los 6 ataúdes, que fueron alzados en hombros y llevados por las calles del pueblo hasta el cementerio local, donde 20 sacerdotes celebraron una misa.